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La auténtica pandemia

Os compartimos el artículo de Ferran Capità, director del Centro de Acogida Oikia gestionado por la Fundación Resilis.

ferran capitán

Es tan cierto como gastado decir que la Covid-19 nos ha puesto a prueba ante una situación totalmente nueva, que no hemos dispuesto de las herramientas suficientes ni tampoco de las fortalezas personales para atajarla. Y que las consecuencias han sido -en demasiados casos- dramáticas y difícilmente reparables. Queríamos no haberlo descubierto así, pero la Covid también nos ha mostrado la gran capacidad de supervivencia y adaptación que tenemos. Y es que el instinto para sobrevivir y superarnos ha permitido que estuviéramos activados y atentos para minimizar el impacto de esta crisis.

Uno de los grandes aprendizajes de lo que estamos viviendo es que no tenemos el control sobre nuestro entorno, y que la única cosa que podemos tener apamada es la manera en que podemos reaccionar. En este sentido y ahora más que nunca, hay que aprender a mejorar nuestra capacidad de adaptación a la incertidumbre. De hecho, la vida desde sus orígenes ha sido siempre incierta, peligrosa y finita, aunque en el curso de la historia occidental –pienso en las sociedades del primer mundo, claro está- planea esta paz aparente, esta falta de peligros vitales. ¿Quizás esta rama acomodada de la especie humana se está creyendo el mirlo de una vida sin sorpresas? Al otro lado del espejo -les diría- hay personas que conocen y viven las crisis como un hecho demasiado habitual, como era habitual reaccionar al peligro de los predadores en plena naturaleza, cuando empezábamos a decirnos sepan.

Las administraciones hasta ahora, han priorizado -como no puede ser de otra manera- el cuidado de la pandemia, la investigación para encontrar soluciones rápidas y eficaces para volver a reactivar la economía, la prevención y, en definitiva, retornar a la situación previa a la llegada de la Covid-19.

Parecería pues, que la nueva normalidad que reiteran los gobiernos capitalistas consiste en más de lo mismo. Pero, si como sociedad queremos aprovechar la oportunidad de esta crisis para iniciar una transformación, no habrán servido de nada las pérdidas que se han generado durante este proceso: casi dos millones de muertes a nivel mundial, incremento de los niveles de pobreza, exclusión social, desigualdad, graves afectaciones emocionales, etc.

Se hace del todo necesario tomar medidas orientadas claramente al desarrollo sostenible: sostenibilidad medioambiental, económica y social. En definitiva, un nuevo modelo social que ponga en el centro el bienestar de las personas y un nuevo modelo económico que preserve nuestro entorno. O nos transformamos e invertimos en las personas y en la preservación del medio ambiente o no tendremos ni salud, ni vida ni mundo donde vivir.

Decía el filósofo francés Albert Camus que las peores epidemias no son biológicas sino morales. Quizás es ahora el momento para abordar una pandemia mucho más peligrosa y letal que la del virus: la de los mercados y el sistema financiero especulativo. Unos mercados y una economía sujeto a la especulación y la productividad sin parar y sin límite alguno. Quizás ahora es el momento de poner en marcha un plan de choque social que rescate a las personas y al mismo tiempo construir una nueva política económica que transforme en humanas sus estructuras. Humanizar la política económica es también cuidar nuestro entorno.

¿Hacen falta más evidencias para demostrar que el modelo económico global actual sólo prioriza el consumo y la riqueza por encima de la justicia social y la equidad?

Dicen que los números son el ejemplo claro y concreto de las políticas públicas. Sorprenden pues, los presupuestos del estado español para 2021 (PGE-2021) que no van en esa dirección y que perpetúan un status quo que nos aboca a un callejón sin salida. Sólo hay que mirar las cifras del presupuesto donde, en plena pandemia, se destinan 9.072 M€ al ministerio de defensa, por encima de los 7.330 M€ destinados a sanidad y 5.201 M€ destinados a servicios sociales. Este es el reflejo de la voluntad política del gobierno “más progresista de la historia de España”. ¿De qué nos quiere defender con esos 9.072 millones?

Por otro lado, la inyección de 27.000 M€ que la Unión Europea debe remitir al estado español durante 2021, como adelanto de los 140.0000 M€ asignados para hacer frente a la pandemia, permite tener cierto optimismo que no parece tener en cuenta la enorme crisis que estamos sufriendo. Aunque es cierto que en buena parte las propuestas van destinadas a gasto social e inversiones para crear empleo y, en este sentido, hay que celebrar el incremento tan importante del gasto social. Pero no nos deslumbramos con las cifras y que ponderamos el gran agujero de la caja donde irán a parar ese dinero.

¿Y en Cataluña qué tenemos que hacer? Es obligación del nuevo gobierno que se erija en las próximas elecciones tener un papel relevante en el liderazgo de esta necesaria transformación; sí, hay que luchar por la soberanía de país, sin duda. Pero sin soberanía energética, alimentaria, sin una redistribución democrática de los recursos volveremos un modelo económico y social, caduco, incierto y finito. Queremos vivir en libertad, pero en un país nuevo que asuma políticas humanizadas y para todos. El cooperativismo creciente en muchos sectores es un potente ejemplo que aglutina los valores y compromisos de la economía para la vida y el bien común.

Muchas personas, organizaciones y entidades vinculadas a la economía social y solidaria ya hace tiempo que luchan por un mundo más justo, equilibrado y respetuoso. Pero para poder disponer de más incidencia e impacto debemos crecer, alzar la voz y, al mismo tiempo, poner atención a iniciativas transformadoras que hace tiempo surgen por todas partes. Ahora bien, las propuestas alternativas que hay que accionar, tienen que ningunear el mundo que sólo da respuesta a unos intereses minoritarios y lo tienen que hacer ahora mismo. Se tienen que acabar las excusas, o como diría Spike Lee, «Facts!». ¿Empezamos a curar la auténtica pandemia?