Marleny Macario, responsable del projecte de Fundació Utopia a Nahualà, Guatemala, ens fa un breu apunt sobre la situació de les dones maies rurals guatemalenques que viuen a Nahualà en temps de COVID-19.
Des de la Fundació Utopia, fa més de deu anys que es treballa sobre el terreny amb elles, apoderant i donant veu, perquè són víctimes de triple discriminació: per ser dones, indígenes i en situació de pobresa. La seva veu, és la nostra missió.
Dos meses ya que se registró el primer caso de COVID-19 en nuestro país. Nuestro sistema de salud no está ni remotamente preparado para hacer frente a esta contingencia.
En un primer momento, los medios nacionales en televisión difundieron la noticia y recomendaron una serie de acciones para evitar la propagación del virus. Sin embargo, esta información no llegó a un gran número de población, debido a que la mayoría de familias en nuestro municipio no disponen de luz eléctrica, por lo tanto, las radios comunitarias fueron nuestras aliadas.
Desde el proyecto EFCI Mujeres Emprendedoras asumimos la responsabilidad de realizar una campaña de difusión, llegando al máximo de nuestras posibilidades, puerta a puerta.
El 14 de mayo se diagnosticó el primer caso de contagio en nuestra comunidad y las autoridades cerraron las entradas al municipio y restringieron la movilidad. Estas medidas frenaron el contagio, pero decenas de familias dejaron de abastecer a sus familias de lo más básico. Cabe decir que en la comunidad nos dedicamos en su mayoría, a la economía no formal. Somos personas jornaleras, tejedoras y artesanas.
El miedo, la incertidumbre y la falta de recursos ha provocado un racionamiento de los alimentos diarios entre las familias para poder subsistir… ¿hasta cuándo?
Nuestro Gobierno ha anunciado 10 acciones para ayudar a las familias más necesitadas, pero esta colaboración no ha llegado, ni podrá llegar, dado que los programas gubernamentales pasan por acceder a medios digitales y páginas web donde inscribirse o tomando como base de selección recibos de luz… pero un gran porcentaje de nuestras familias no tienen servicio de energía eléctrica, y mucho menos acceso a medios digitales óptimos y conocimientos para acceder a las ayudas urgentes….
Ya ven ustedes, solo con este apunte, el nivel de exclusión al que estamos sometidos y sometidas.
Las mujeres EFCI, lejos de darnos por vencidas, hemos hecho piña, y vuelto a nuestra filosofía ancestral del Trueque. Gallinas, huevos, pan, alimentos en conserva… no tenemos más herramientas, y más ahora que la violencia de género se convierte en un problema mucho más grave, dado que las mujeres más vulnerables ya no pueden acceder a otras viviendas, y su hogar se convierte en su prisión.
La situación se agrava por momentos, pero como proyecto comunitario tenemos el compromiso firme de seguir siendo un apoyo hacia las mujeres y familias más vulnerables.
No tenemos más medios que nuestra fuerza personal y la certeza que en otros países del mundo, gracias al apoyo de la cooperación internacional, se escuche nuestra voz.
¡Gracias por escucharnos! y muchos ánimos a todos y todas.