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“La diferencia no sólo debe aceptarse, sino que debemos creer en ella”

Núria Tresserras i Ribó es profesora de piano y su currículum se desarrolla: Licenciada en Psicología con el Certificado de Psicólogo General Sanitario, especializada en la Dirección y Gestión de Entidades del Tercer Sector Social. A ello se suma formación complementaria en dirección de empresas (ESADE Business School 2009, IQS 2011); Pero también es mediadora Familiar y Comunitaria, Docente y Formadora acreditada. Tiene un posgrado de Familia y Pareja; otro de Dirección y Gestión de Residencias y Servicios para las Personas Mayores. Finalmente, un Máster en Intervención Socioeducativa con Niños, Adolescentes y Jóvenes en Riesgo o Conflicto Social.

Tresserras trabajó durante casi 20 años con personas con inteligencia límite en el centro AcidH, del que llevó la gerencia. El cargo, nos explica, le dio una visión más amplia del resto de servicios y perfiles profesionales de atención directa a las personas con discapacidad, habiendo trabajado con anterioridad en el proyecto de Hogares de Residencia y Hogares con Apoyo a la autonomía en el propio Hogar y luego llevando la Dirección del Centro de Psicología y Logopedia.


Dios ni don!

Sí… Y al mismo tiempo ya estaba registrada y llevaba a cabo Mediaciones Familiares y Comunitarias para la Generalidad de Cataluña. Esta formación y este trabajo profesional no sólo ha sido un enriquecimiento personal y social sino que también me ha ofrecido muchas más herramientas para entender y comprender la pluralidad del ser humano.

¿Y cómo explicar la pluralidad del ser humano?

¡Como un enriquecimiento! Así, considero que la diversidad y/o la diferencia no sólo debe aceptarse, sino que debemos creer en ella porque nos potencia como ente social. Todo ello me ha llevado a dedicarme plenamente a la Mediación y a la Docencia, tanto de formación para perfiles profesionales dentro del campo de la discapacidad, como de la Mediación.

¿Y el piano?

Con todo, tampoco puedo dejar de lado mi formación musical que ha sido la que me ha facilitado y me ha dado el punto de sensibilidad que se requiere por todo lo que hacemos en nuestro día a día…

¿Existe una fórmula magistral para abordar la discapacidad?

A todos nos gustaría tener la fórmula mágica para poder dar soluciones y hacer el abordaje correcto para cada persona con discapacidad intelectual, yo no soy la excepción. Muchas veces los profesionales de atención directa, voluntarios, me hacen preguntas de las que no tengo respuesta y eso me hace pensar que tenemos muchas lagunas para conocer sobre la discapacidad intelectual y nos falta mucho todavía por aprender.

“Lo que me gusta transmitir es que no por el hecho de tener unas limitaciones tenemos que tratar a las personas con DI de manera diferente”.

Hay que tener en cuenta y en la historia me remito, aunque hubo iniciativas esporádicas antes de los años 70 para mejorar la calidad de vida de estas personas y promover servicios, no es hasta esta década que en nuestro país empieza a haber un fuerte movimiento e iniciativas sociales promovidas por padres, voluntarios y organizaciones sin ánimo de lucro. Servían para dar respuesta a esta necesidad social y poder ofrecer nuevas oportunidades, servicios y apoyos a las personas con discapacidad. Debemos pensar que no es hasta 2006 que las Naciones Unidas aprueban “la Convención sobre los derechos humanos de las personas con discapacidad”, esto pone en evidencia que a día de hoy hemos hecho mucho recorrido y hemos conseguido mucho pero al mismo tiempo tenemos todavía un largo camino por recorrer para conseguir una normalidad absoluta.

Eso no quiero que sirva como excusa y lo que diré ahora pensaré que es una obviedad pero cuando me piden “cómo tenemos que tratar a las personas con discapacidad” o ” entenderlos mejor” lo que me gusta transmitir es que no por el hecho de tener unas limitaciones tenemos que tratar a las personas con DI de manera diferente.

Pero nos sale de dentro, tratar diferente “la diferencia” (con toda la buena voluntad del mundo)

Las personas con discapacidad son como todas las demás personas sin limitaciones. A todos nos gusta que nos traten bien, que nos tengan en cuenta, que cuenten con nosotros, sentirnos escuchados, hacernos sentir importantes, ser útiles, con acierto o no cada uno de nosotros tenemos nuestra opinión, y eso lo tenemos claro cuando cumplimos los parámetros de la “normalidad” pero cuando hay algo que limita nos olvidamos y a menudo, tomamos decisiones sin tenerlos en cuenta, los hacemos invisibles, su opinión no cuenta, Las personas con DI son más lentas en todos los procesos cognitivos entre otras cosas. A menudo no nos paramos a pensar que estas personas tienen las mismas necesidades, los mismos sentimientos, emociones, y quieren exactamente lo mismo que las otras personas, simplemente a otro ritmo y con otro talante, es tan simple pero la hora tan complicada como es entender su CODI para podernos entender y comprender.

Esto puede parecer muy simple y muy elemental pero a menudo cuando hablamos de personas con discapacidad o con limitaciones nos olvidamos de ello y parece que nuestro comportamiento debe ser diferente. Cuando tratamos con las personas que consideramos “diferentes a nosotros”, recomendaría que siempre nos preguntáramos “cómo me gustaría a mí que me trataran, preguntaran, me dijeran o con pedieran” es un sencillo ejercicio de empatía que seguro nos hará pensar y reflexionar cómo debemos actuar.

Así, ¿no hay código?

No. Comunicarnos con las personas con discapacidad, tampoco debe ser tan diferente de como nos comunican con los demás, simplemente seguir las reglas más básicas de la comunicación. Hablar mirándonos a los ojos, hablar con el mismo lenguaje y asegrándonos en todo momento de que se ha entendido y sino esforzarnos en que así sea adaptándonos a su vocabulario o a su lenguaje.

Pero hay pequeños matices…

Pues posiblemente serán la insistencia, la perseverancia y la paciencia. La forma de recibir, procesar, interpretar y comprender la información es diferente y por lo tanto debemos adaptarnos y conocernos a nivel “individual” cuál es la mejor.

Y los profesionales, ¿cuáles son las principales dudas que te expresan respecto de su día a día?

Los profesionales nos piden a menudo en las formaciones poder tener más conocimientos, herramientas y recursos para poder hacer una atención directa correcta, entender a las personas con discapacidad, saber gestionar los conflictos del día a día, entre otras cosas.

“Sea cual sea el término que utilizamos para definir la discapacidad intelectual siempre acabará siendo peyorativo”

¿Cuáles crees que son los retos primordiales que como sociedad debemos atajar respecto a las personas con discapacidad?

El principal reto es que la sociedad debe aceptar la “diferencia”, ni más ni menos.

Las personas por definición, no aceptamos la diferencia o la diversidad, todo aquello que nos es diferente de nosotros tenemos tendencia a rechazar. En el caso de personas “diferentes” la sociedad hace exactamente lo mismo: las excluye.

Esta debe ser nuestra principal batalla que debemos conseguir, una inclusión plena en todos los ámbitos respetando y aceptando siempre la diferencia.

Esto lo podemos hacer todos nosotros y empezando por los profesionales de dar a conocer y dar información sobre las personas con discapacidad para romper todos los tópicos y estereotipos que hay al respecto.

Las personas con discapacidad son uno más que suma a nuestra sociedad, pueden tener un grado de autonomía bastante elevado con los apoyo adecuados y pueden cumplir con las responsabilidades, los derechos y deberes que tenemos todos dentro de las posibilidades de cada uno.

Hay estudios realizados sobre la empleabilidad de las personas con discapacidad donde queda demostrado que baja el índice de asistencia a servicios sanitarios, mejora la salud mental y física, menos ingresos hospitalarios de estas personas pasando a ser miembros de una sociedad con todos sus efectos, productivos y consumidores, con todo ello se consigue no sólo mejorar su calidad de vida sino la sociedad en sí. Necesitamos políticas reales de inclusión y que la igualdad de oportunidades sea un hecho real donde todos sumamos y no algo ficticio para quedar bien.

Las palabras, muchas veces, no pueden atrapar la realidad de las cosas. ¿Hacia qué definición de discapacidad piensas que deberíamos tender?

Si hablamos de la definición de discapacidad intelectual me remito a AAIDD cuando se refiere “a un estado particular de funcionamiento que empieza en la infancia en el que coexisten limitaciones en la inteligencia junto con limitaciones en habilidades adaptativas”.

Ahora bien cuando hablamos de terminología discapacidad, minusvalía, diversidad funcional, capacidades …, es diferente.

Desde que me dedico al mundo de la discapacidad, siempre hemos tenido un problema en cómo llamábamos a las personas con discapacidad y nunca hemos estado lo suficientemente satisfechos porque siempre la palabra ha acabado teniendo un cariz peyorativo, y es bien cierto que no nos ha faltado razón (retraso mental, minusválido…)

De hecho cuando empecé a estar vinculada con la discapacidad se hablaba de “retraso mental”, no sólo era faltar a la razón (La inteligencia no viene en retraso y llegará algún día) sino que también adquiere un cariz de desprecio.

Con esta debilidad de buscar la máxima normalidad e igualdad salen nuevas iniciativas en cuanto a terminología como la Diversidad Funcional por parte de las propias personas afectadas y sus familiares.

Creo que es una terminología que no nos explica nada: la diversidad funcional es la propia esencia del ser humano, todos somos diferentes y a veces necesitamos las palabras para dar nombre y entender una realidad concreta. Por otro lado, ninguna institución científica en el campo de la discapacidad ha dado como válida esta definición.

“Lo que tenemos que conseguir es cambiar nuestra actitud y nuestros estigmas hacia la discapacidad”

Y así, ¿qué? ¿Con qué definición nos quedamos o es que quizás no hacen falta?

Comparto con el Dr. Climent Giné (La Vanguardia 30 Oct 2016 C. GINÉ, profesor emérito de Blanquerna-Universidad Ramon Llull): sea cual sea el término que utilizamos para definir la discapacidad intelectual siempre acabará siendo peyorativo porque nosotros mismos acabamos dañando y mal utilizamos las propias palabras, y acertadamente el Dr. Ginés nos hace ver que el problema realmente es otro, independientemente del nombre que utilicemos siempre será peyorativo si nosotros no cambiamos nuestra actitud, aceptando la diferencia y la diversidad y expulsando toda la marginación social.

Las palabras nos ayudan a definir aspectos concretos, no la postura ante estos hechos. Por lo tanto lo que debemos conseguir es cambiar nuestra actitud y nuestros estigmas hacia la discapacidad, en definitiva a la diferencia.